
Maru tengo una ahijada que tiene serios problemas de límites con su esposo. Yo he compartido con ella sobre eso pero la veo atascada e incapaz de poner en práctica los cambios que necesita. Es sobre abusos durante la hora de la comida. Tal vez en mi caso mi cultura me ayuda porque la hora de la comida en mi casa y en Colombia es sagrada, mientras se come no se contestan llamadas, ni siquiera los celulares. Entonces mi ahijada me cuenta cosas, irrespetos del marido durante la comida que yo estoy que siento que quiero ir a su casa y meterle un cocotazo al marido y me siento activada que ella no se hace respetar.
Le he compartido mis experiencias pero ella no agarra la onda. Entonces no sé si es control mío querer que ella cambie esa situación que se sigue repitiendo en sus inventarios diarios. Ya hemos trabajado los Pasos pero esta situación me confunde ¿Cuál es mi papel como madrina? ¿Le digo que hagamos nuevamente los Pasos incluso si ella no me lo ha pedido respecto a esta situación? ¿Debo compartirle mis opiniones y sentimientos como lo hago contigo?
Jessica Rabbit
Gracias, Jessica, por tu pregunta que plantea un dilema común cuando amadrinamos: nuestra impotencia con las actuaciones ajenas. En el post 12 sugerencias para amadrinar, comparto algunos lineamientos que quizás te sean útiles.
Posiblemente lo más importante de recordar cuando amadrinamos / apadrinamos es que nunca decimos a las ahijadas o ahijados qué hacer en su vida sino que compartimos cómo trabajamos el programa en una situación semejante.
Noto que analizas la situación como si tú la tuvieras resuelta, pero el hecho mismo de que te activa emocionalmente demuestra que es un asunto inconcluso para ti, quizás no con la hora de comer sino, tal vez, con permitir la transgresión de algún límite tuyo en otra circunstancia.
Eso no es sorpresivo. Muchos codependientes tenemos serios problemas con los límites porque estos requieren autoconocimiento y -en nuestra enfermedad- nos hemos pasado la vida adivinando lo que piensan y sienten los demás y hemos abandonado el conocernos y amigarnos a nosotros mismos.
Entonces, como sucede con frecuencia esta situación te está regalando, a través de la incomodidad que sientes, una oportunidad para conocerte mejor. Quizás no sea en relación con la hora de comer, pero te apuesto que tu intensa reacción hacia la vivencia de tu ahijada te está despertando una herida que seguramente ya estás en condiciones de sanar. Como me dice mi padrino de CoDA “Presta atención a lo que dices a tus ahijadas, porque seguramente Dios quiere que aprendas de ello y por eso te hace decirlo.”
Si yo fuera tú, oraría por claridad a ver quién o qué evento de mi pasado me recuerda lo que vive mi ahijada. Y en cuanto a qué hacer en el amadrinamiento, si yo fuera tú le comentaría que esta situación de la mesa se ha repetido en sus inventarios como dificultades y que -si ella considera que es un resentimiento- los Pasos tienen una respuesta.
Si la ahijada no quisiera trabajar los Pasos pero se sigue quejando, se lo señalaría, pidiéndole que use otras herramientas (como la oración, la meditación, etc. pulsando aquí se puede ver una lista de herramientas espirituales) para procesar su dilema con este tópico porque la sola catarsis conmigo no creo que la esté llevando a un lugar saludable y que por favor pare de compartir conmigo al respecto.
A propósito, recuerdo que tuve una ahijada que estuvo muy compulsiva con un tema. Hice algo como lo que te sugiero pero ella no podía contenerse (incluso después de trabajar los Pasos) y seguía hablando del tema que la obsesionaba en sus inventarios enviados en mensajes grabados.
Entonces le propuse lo siguiente: “Cuando me hables de eso, voy a parar de escuchar el audio y a contestarte con lo que ya oí. Lo que hables después de mencionar ese tema considéralo no escuchado por mí”
Así lo hice, pues los límites no son sobre lo que la otra persona haga o deje de hacer sino lo que haré yo alineada con mi integridad, valores y Principios del Programa. El asunto gradualmente se fue derivando hacia un curso más saludable: la ahijada comprendió que debía trabajar otro programa que se ocupaba de esa obsesión en particular y hoy en día se encuentra recuperándose como lo hacemos en los 12 Pasos: Un día a la vez.