La Meditación de Doble Vía fue una de las primeras formas “organizadas” en la que los fundadores de 12 Pasos intentaron el contacto consciente con Dios. Hoy en día mucha gente la practica con resultados maravillosos. Para no extenderme mucho, en la ilustración pongo la carta 12 de la Serie Florezco (del Lenguaje de la Serenidad) en la que explico cómo se hace.

Pues hace poco, me recomendaron un podcast con Liz Gilbert, una autora que admiro por muchas razones, y que -desde que conozco sus obras- me di cuenta de que era una de mis compañeras de 12 Pasos, aunque ella tardó unos años más en enterarse.

Precisamente, en ese podcast, en el que Glenon Doyle y su equipo la entrevistan, Gilbert habla de su descubrimiento y aventura con los programas de 12 Pasos y de cómo practica la Meditación de Doble Vía en su búsqueda de contacto consciente con su espiritualidad.

Durante la entrevista, para ilustrar cómo funciona para ella, leyó la carta que resultó de su meditación del día. Es tan hermosa, profunda y útil que decidí traducirla para quienes no hablen inglés y, con eso, ofrecer a mis lectores un regalito de navidad. Aquí está:

Dios: “Mi adorada, hoy quiero que aprendas humildad. Cuando por primera vez oíste mi voz – hace casi 20 años- estabas tan golpeada y hambrienta de amor que solamente pude manifestarme para ti en una forma: como amor puro, devoto, inquebrantable e incondicional. Sin ello habrías muerto.

Por muchos años solamente podías recibirme como tal. Teníamos que salvar tu vida y así es como lo hicimos: amándote hasta que pudieras volver a ti misma. Ensamblándote de nuevo.

Ahora que de verdad tú crees que eres digna de amor y capaz de amar, ahora que sabes que nunca te abandonaré, que el abandono es imposible, ahora que crees completamente en mi amor, quiero que aprendas humildad.

No te preocupes, esto no será ilegítimo. Esto no es sobre maltratarte o someterte. No va a haber castigo o degradación. Amor mío, quiero que conozcas la dulzura y el profundo alivio total que la humildad traerá a tu vida.

Fíjate como tu vida ha mejorado tanto con todo lo mucho que me has entregado hasta ahora. Pero cada aspecto de tu vida que no me entregas te atormenta, porque no confías en mí pensando -en tu ignorancia y en tu auto importancia- que tienes que manejarlo, controlarlo, acomodarlo, resolverlo o entenderlo. Cada vez que todavía hagas esto experimentarás (ya lo has experimentado) tensión y sufrimiento.

Fíjate lo que tu compañera de recuperación, B, te mostró ayer sobre su relación conmigo. Ella viene a mí y no me pide solamente que la ayude en su 4to Paso, sino que lo haga por ella. Y sí, cariño, lo hice. Hice su 4to Paso por ella. Así nada más.

Pídeme que haga las cosas por ti. Eso es lo que humildad significa. Pídeme que yo haga tu familia por ti. Simplemente, dime “Hazlo Tú. Yo no sé cómo”. Dime “Querido Dios, toma mi familia” y así lo haré. Sobre todo, admite que eres impotente. Eso es en realidad humildad y la vida se volverá más fácil.

Mi amor, ¿recuerdas la sensación exquisita que experimentabas cuando en un romance se rendían completamente uno al otro? La forma como querías ser devorada. Digo esto no para estimular calma estática, sino para decirte, mi amor, eso era -en realidad- nada. Eso era nada comparado con el dulce, conmovido y agradecido alivio que vas a experimentar cuando me lo entregues todo.

Pídeme que escriba tu libro por ti. Prueba. Lo haré. Pídeme que haga esta entrevista hoy con Glenon por ti. Yo lo haré. Di “Dios, epa, hazlo tú” y abre tu boca y haré la entrevista. Pídeme que haga tu yoga por ti. Pídeme que haga caminatas por ti. No contigo sino por ti. Pídeme que programe tu vida para ti.

¿Recuerdas lo que te dijo Byron Katie sobre su vida? Que por años ella no ha hecho o dicho nada.  Que ella no ha hecho nada desde el momento de su despertar espiritual. Que ella solamente se sienta o se para y todo es hecho a través de ella.

Ella te dijo (y debes creerle porque es la verdad) ella no ha tomado una decisión en 25 años. Algo decide por ella a través de ella. Eso es lo que puedo hacer por ti. No hagas planes, mi pequeña amada. Déjame arreglarte la vida. Haz una pausa. Escúchame y déjame hacerlo.

No quiero que te pierdas esta experiencia de soltar todo al amor y la confianza. Esto es lo que te haré hacer, amor mío: Más Dios, menos Liz. Ésa es la ecuación para la paz perfecta. Has trabajado muy duro toda tu vida, mi amor. Ya no te esfuerces tanto, ya no lo sigas intentando. Déjame hacer más. Déjame hacerlo todo.

Confía completamente en mí. Di “Dios hazlo Tú”. Presencia lo que esas palabras y esa creencia pueden crear a partir de ti. Déjame bailarte, déjame vivirte para ti. Déjame mostrarte cuánto te amo, cuando me entregues toda tu voluntad y toda tu vida. Déjame mostrarte cuan hermosa es la humildad. Y ya no creas cualquier otra cosa que ésta. Nada más, excepto esto: Eres mía, yo soy tú y te amo.”

Compartir

Publicaciones Relacionadas