Durante la pandemia del Covid todos hemos experimentado lecciones extremadamente duras: Pérdida de seres queridos, sufrimiento, aislamiento, incertidumbre y falta de esperanza para nombrar unas pocas.
Sin embargo, mi recuperación de la codependencia me invita a estar en el momento presente, apreciar y salir de mi cabeza a través del servicio. La apreciación en particular es una gran herramienta de reconexión espiritual. Pues resulta que algo que he llegado a apreciar -en estos días de falta de abrazos y reuniones personales- es la posibilidad de conectarme con los chamos, la generación nativa de medios sociales, justamente a través de ellos.
Confieso, que los medios sociales no son mi preferencia. No crecí twiteando, investigando en Google o grabando mis tareas en Youtube y quizás por eso me resultan un poco inestables. En otras palabras, me pasa con frecuencia que cuando comprendo cómo funciona un determinado medio social éste cambia su funcionamiento y apariencia lo cual suelo vivir como una imposición frustrante.
Con todo, al rendir mis certezas -algo que siempre ayuda con el crecimiento y la reconexión espiritual- he descubierto tesoros en los medios sociales como el canal Youtube de mi sobrino Adán, el músico de la familia. También he podido hacer más servicio con mi propio canal 12 Pasos en 12 semanas y he tenido conversaciones maravillosas por InstaGram con mi sobrino Ignacio a quien cariñosamente llamamos Nacho.
El otro día, estábamos Nacho y yo chateando sobre cómo lidiamos con el aislamiento de la pandemia y él me compartió unas reflexiones que encontré maravillosas especialmente por su claridad sobre la conexión que hay entre pensamientos negativos y malestar. Así que le pedí que me las escribiera para publicarlo como invitado en este blog.
Y resulta que ayer, este sobrino se graduó de locutor, un paso muy significativo siguiendo su sueño de llegar a ser comentarista deportivo. Así que, para que se multiplique, regalo mi regalo. Aquí están las reflexiones de Ignacio:
En esta cuarentena todos hemos estado en algún momento muy expuestos a nuestros pensamientos, llenos de incertidumbre, miedo, angustia…
Yo -como una persona más de este planeta- también he sido víctima de mis pensamientos y emociones desencadenadas por esta larga cuarentena.
A pesar de algunas experiencias personales recientes bastante tristes, he aprendido que en muchas ocasiones, mi peor enemiga es una mente maquiavélica dentro de mis pensamientos. Me gusta llamar a los pensamientos de esta mente negativa “mis demonios internos”.
Como soy yo mismo quien les da la fuerza estos pensamientos negativos o demonios yo también les puedo quitar la fuerza. Creo que esto es así para todos.
Cada uno de nosotros tiene sus propios demonios internos, pero, no todo es negativo como me insiste mi mente que a veces pudiera ser mi único obstáculo.
He aprendido que las experiencias dejan aprendizajes pese a que me haya sentido tanto tiempo a merced de mis demonios. Otra cosa que también he podido entender y apreciar en estos días difíciles es la importancia del tiempo. He aprendido que el tiempo:
* Siempre da respuestas.
* Todo lo cura y
* No vuelve.
Por todo esto, creo que el tiempo es una de las cosas más valiosas que tenemos. Es lo único que nos dirá cuándo y cómo terminará la pandemia. Pero mientras ésta continúe, yo aprovecharé e invertiré lo mejor que pueda mi tiempo confiando que sus respuestas a mis preguntas y dudas jueguen a mi favor.
¡Felicidades en tu carrera como locutor, sobrino querido! Que tu agudeza e inteligencia sirva para que puedas avanzar y ayudar a muchos con tus talentos.