Ríndete y ríndete más

La vida es inconveniente y no cesa de probar mis planes a ver si se manifiestan mis defectos de carácter o mi voluntad de crecer.

Hace poco comencé a dirigir un Retiro Virtual de 12 Pasos en 12 semanas. Es algo que algún día quisiera hacer en persona: un retiro para trabajar los Pasos para codependientes según el Libro Grande de AA.  

Como parte de mi recuperación, cuando voy a trabajar con los Pasos, trato de no prepararme en exceso pues el perfeccionismo no es una virtud sino un mecanismo compensatorio que tiene como base la vergüenza tóxica.

Ya tenía el programa hecho y -más importante- mi experiencia de ocho años trabajando los Pasos y asistiendo a retiros de 12 Pasos, así que pensé que sería suficiente con un par de horas el mismo día del Retiro para organizar algunos materiales con una compañera que ¡Dios la bendiga! me está ayudando. La vida, sin embargo, tenía otros planes.

El día comenzó de una manera inesperada. Recibí un aviso sobre la imposibilidad de obtener una medicina crítica para mi esposo quien recientemente tuvo una intervención cardíaca. Había un malentendido que se fue complicando con requerimientos burocráticos… un viernes.

En este punto, he aprendido que la vida es así de inconveniente y que no cesa de poner mis planes a prueba a ver qué se manifiesta: si mis defectos de carácter o mi voluntad de aprender y crecer. Mis defectos de carácter sólo me llevan a soluciones auto-derrotistas y dolorosas así que pude reconocer la lección y me rendí a ella.

Ciertamente, ayudé a mi esposo pues no debe estresarse, siempre que se pueda evitar, pero mi recuperación se manifestó cuando no sentí necesidad de cambiar la frustración que él estaba experimentando y pude confiar en que todo estaría bien. En cuanto pudimos esclarecer lo que se necesitaba, volví a lo mío sin estorbar el proceso de mi esposo hacerse cargo de su proceso.

Sin embargo, con todo el embrollo, no dispuse del par de hora que tenía previstas para el retiro. No pude organizar el material de apoyo, ni tampoco pasar tiempo en silencio y contemplación. La voz de una de mis mentoras resonaba en mi cabeza:

– Ríndete y luego ríndete más.

Apenas pude reunirme un rato con mi amiga, para acordar una traducción y algunas plegarias que usaríamos tras lo cual sólo quedó poco más de una hora para almorzar y ducharme. Afortunadamente -pensé- el retiro incluye diez minutos de meditación al inicio.

Pues bien, una vez iniciado el retiro, estábamos meditando cuando la aplicación que nos comunicaba se cerró. Volví a escuchar en mi cabeza:

– Ríndete y ríndete un poco más.

De algún modo completamos las dos horas de retiro pero, ya al finalizar, noté que no cubrí con el contenido que invita a comenzar inmediatamente con ciertas prácticas diarias. Eso hizo que experimentara un ligero ataque de vergüenza tóxica e hiper-responsabilidad.  Sin embargo, Un lema vino en mi ayuda:

Cuando es histérico, es histórico.

En ese momento, no sentí algo extremo y terrible sino más bien una incomodidad… un malestarcito que me recordó los tiempos – antes de empezar mi recuperación en CoDA – cuando trabajaba en una universidad de Minnesota enseñando cultura latinoamericana con un programa que me desagradaba.

-¡No puede ser! -traté de racionalizar- Esto debe ser mi ego tratando de tomar control del Retiro. Lo hice imperfecta y humanamente. Soy solamente un canal, no la fuente – concluí y me fui a caminar. Por lo pronto, eso pareció suficiente.

Sin embargo, a eso de las cinco de la mañana del sábado, me desperté con un sentimiento de horror (¡ahora sí estaba la histeria!) por mi “trabajo desastroso”. Sentía vergüenza tóxica por todo lo que falló durante el Retiro y una de mis voces codependientes me decía “Eso me pasa porque hablo demasiado e improviso como loca. Ni siquiera di espacio para compartir.” Ya saben, las voces hablan en primera persona.

Con todo, sentí una profunda y tierna compasión por una de mis ahijadas que las voces la despiertan y desvelan. Total que me puse en oración y meditación, respiré profundo porque eso me funciona para anestesiar las voces alborotadas y en algún momento regresé al descanso.

Ése sábado, justamente, me  había comprometido a una charla mañanera (virtual también) sobre lo que significa el servicio para un codependiente. Sabía que era importante estar descansada y alinearme con mi Poder Superior y Su Voluntad.

La charla estuvo bien, con varias sorpresas y regalos en forma de guiños cómicos de mi Poder Superior. Sin embargo, luego durante el día continuaba sintiendo irritación cuando pensaba en volver a trabajar los Pasos con el tema académico.

-¡Agghhh! otra vez trabajar esas experiencias de la universidad- pensaba con desaliento.

Mi resistencia me está mostrando que se trata de algo importante y que es hora de practicar la prédica. De momento, hice un Décimo Paso y éste me reveló que siempre puedo compartir la información faltante durante la semana con las participantes.  En mi siguiente post me dedico a ello.

Compartir

Publicaciones Relacionadas