Le estaba contestando el comentario a mi amiga Lou y la respuesta sobre la compasión me quedó tan larga que decidí hacerla un post. Decía que me encanta la metáfora animada y espacial que usa Lou para diferenciar la lástima. Abajo, esquematizo como ella lo ve:
- Lástima: un juicio que ve desde lejos, de afuera.
- Compasión: un sentimiento que viene de adentro y que guía hacia la aceptación y el amor.
Para mí, la distinción tiene un valor operativo y práctico ¿qué hago cuando estoy caída con un ataque de vergüenza o de frustración y miedo exagerado?
Mi reacción espontánea es sentir lástima de mí lo cual degenera en la búsqueda de un culpable con quien compartir la miseria (me enjuicio y enjuicio, tienes razón, Lou). Un buen objetivo de tiro puede ser la persona que me hirió voluntaria o involuntariamente pero eso nunca me da consuelo y el episodio se hace más largo y doloroso de lo necesario porque al mismo tiempo voy maltratándome con las lindezas que me digo a mí misma. En cambio, reconocer el dolor y tratarme con cariño debe tener otro nombre. Mismo origen, diferente reacción y a eso llamo autocompasión.
Esquematizo la distinción, según la uso, entonces:
- Lástima por mí misma = un defecto de carácter, una reacción herida.
- Auto compasión = una herramienta de recuperación que me guía hacia la compasión (propia y ajena).
Portada del libro de Neff
Hay una investigadora norteamericana, Kristin Neff, que ha hecho su carrera con el tema de la autocompasión y Brené Brown, otra investigadora de vulnerabilidad y vergüenza, la cita. Así supe de ella y para mi sorpresa (milagros de Google) ya tiene un libro en español.
Por cierto que Brené Brown habla de lo peligrosos que nos volvemos cuando tenemos un ataque de vergüenza sin identificar y cómo, consistentemente la gente descarga con quienes tienen menos poder: la maestra humillada contra los alumnos, el papá abusado en su trabajo contra los hijos cuando llega a casa y así sucesivamente.
En su libro, Neff desarticula la trampa de la autoestima y la necesidad de “ser destacado” para tener amor propio. Por su parte Brené Brown estudia los afectos de autoconciencia: vergüenza, humillación, culpa y -lo que llamaríamos los venezolanos- “pasar una pena” o en otras variedades del español “hacer un papelazo”.