Los regalos de la crianza imperfecta (I)

A mis hermanas Aimara, Maury y Yen

Durante la crianza, los límites son como barandas en puentes movedizos.
Durante la crianza, los límites son como barandas en puentes movedizos.

Ayer estaba escuchando una grabación de Brené Brown sobre los regalos la crianza imperfecta y los ejemplos que da sobre límites me gustaron tanto que quise compartirlos con mis hermanas quienes están en diferentes momentos de crianza…incluyendo adolescentes.

Para mí, decir madre imperfecta es como decir “agua mojada” – una redundancia-  porque a mí me vino mi hijo sin manual y tuve que hacer lo mejor que pude e improvisar con lo que sabía para el momento. Y justamente, Brown  propone que los momentos de imperfección en los que nos sentimos perdidos, frustrados y  arrinconados con la crianza de los chamos, pueden convertirse en los momentos más memorables de nuestra relación con “esos locos bajitos” (que si conocen al altote de mi hijo verán que pude usar esa frase de Serrat por muy poco tiempo).

Brené Brown habla de algunos elementos cruciales que pueden transformar el desconcierto en aprendizaje profundo. Uno de ellos es comprender cómo funcionan los límites y aceptar el “contrato” que adquirimos -al volvernos padres- de modelar límites saludables de la mejor manera lo cual viene con frecuencia con la renuncia a ser “populares” con nuestros hijos.

Esta autora recomienda ver los límites como barandas en un puente muy alto que el niño o adolescente necesita cruzar. Es decir, en este caso los límites son reglas, actuaciones o prohibiciones que se  trazan teniendo en mente la seguridad del hijo o hija. Hay límites cuando tomamos de la mano al pequeñito al cruzar la calle y estos se van volviendo más complejos a medida que el niño va socializando.

El caso típico: las invitaciones. Supongamos que una adolescente tiene una fiesta y la madre considera que no es conveniente que vaya porque, por ejemplo, no conoce a los anfitriones. Pues a esa mamá le toca decir “no” con una breve y sincera explicación: “No puedes ir porque no conozco a los responsables de la fiesta”. Quienes somos mamás sabemos que va a venir una negociación difícil pues esa hija va a tratar de convencernos de “mover” ese límite. Es su trabajo.

Me gusta la manera como Brown lo plantea porque en lugar de verlo como un problema, lo ve como una interacción importante en la que cada quien está haciendo su “trabajo”. El  trabajo de la madre es usar su mejor juicio para proteger a la chiquilla y el trabajo de la adolescente es aprender qué tanto poder tiene y cómo puede mover los límites que no le gustan, posiblemente, por su falta de experiencia. En mi próximo post comparto los ejemplos que da Brené Brown y que me han servido un montón en mi propia recuperación de la codependencia, usando la herramienta de “auto-crianza”.

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