
Maru, te escuché en la charla sobre límites con la familia y me llamó la atención que hablas de los autocuidados como servicio ¿me puedes explicar más? Gracias por tu blog ¡soy fan número uno! Adriana. Bogotá Colombia.
Gracias, Adriana por tu pregunta que me permite hablar de algo importante en mi recuperación: los autocuidados como servicio.
A mí siempre me gusta repetirles a mis ahijadas de CoDA dos singularidades que encuentro útil al trabajar el programa como codependiente. La primera es en relación con el texto del Décimo Paso “cuando nos equivocamos lo admitimos inmediatamente” yo agrego para las codependientes, lo admitimos inmediatamente AL PROGRAMA (hablando con nuestra madrina, padrino u otros compañeros de nuestra red de recuperación o usando otras herramientas de nuestro programa) pues con frecuencia nuestro sentido de responsabilidad es tan exagerado y desastroso que creemos que nos equivocamos cuando, por ejemplo, alguien se molesta por un límite saludable que manifestamos y así por el estilo.
Luego está el Servicio. Cuando hay una descompresión durante un vuelo y es necesario usar máscaras de oxígeno las instrucciones son muy claras: “Asegúrese de que tiene su máscara correctamente puesta antes de intentar ayudar a otros.” Esta sencilla instrucción ilustra el punto.
Como muchas cosas en los programas de recuperación, el servicio con amoroso desapego (sin expectativas de aprobación o temor de desaprobación) es algo sencillo aunque no siempre fácil de practicar. En el post “Servir es amar” lo explico con más detalle.
No es una coincidencia que el servicio es el último principio, el que corresponde al Paso 12 y que supone un despertar espiritual como consecuencia de trabajar los otros 11 Pasos. Pues bien, cuando no he descansado, o no he dormido suficiente, no me he nutrido apropiadamente, estoy deshidratada o me encuentro abrumada por una lista interminable e imposible de lograr, no soy la mejor versión de mí.
Además, mi recuperación incluye tratar amorosamente a la creación de Dios que soy. Esto lleva un mensaje muy claro: la recuperación vale la pena. No es otra tarea pesada y agobiante. Al contrario, una reducción de mi grandiosidad, ocurre cuando tomo una siesta o nutro a mi niña interior con juegos y verifico que el mundo va a seguir girando.
Aún más, posiblemente le voy a dar oportunidad a otros de ayudar, en lugar de monopolizar todos los esfuerzos, como es común cuando estoy en mi codependencia.