Hoy entrego mi ansiedad y mi sentido de urgencia
y dejo que Dios me guíe en el diseño de mi vida.
Ahora abro mi corazón al tiempo de Dios
y dejo ir mis agendas, plazos y expectativas.
Solamente así puedo reconocer
el suave y dulce ritmo de Dios.
Cuando abro mi alma a la Evolución Divina,
mi ser alcanza paz.
Cuando me relajo en el tiempo de Dios,
mi corazón se siente cómodo.
Cuando permito que Dios establezca
el tono y plan de cada día,
me encuentro en el instante y ritmo correctos.
Así me dispongo y me preparo
a las oportunidades de Dios.