Muchas veces usamos el humor para expresar algo que es inaceptable, difícil o doloroso porque no tenemos límites saludables.

Maru tengo una prima a quien le di una llave de mi casa para tener una copia disponible en caso de emergencia. Ella constantemente la usa sin ni siquiera anunciarse con el timbre. Simplemente llega y entra como si fuera su casa. Cada vez estoy más resentida y creo que no es por mí sino por mi esposo, quien no ha dicho nada, pero esto tiene que molestarle.

El otro día le dije a esta prima en tono de broma “Un día de estos nos vas a encontrar desnudos y haciendo porquerías porque a nosotros nos gusta usar toda la casa”. Cuando lo compartí en mi inventario diario, a mi madrina de CoDA le pareció que yo había actuado deshonestamente y desde la falta de claridad o sea que había reaccionado en lugar de usar el programa.

Después de mi comentario “en broma” mi prima se rió y no se dio por enterada porque volvió a hacerlo. Te escuché hablar en una charla de que los límites sin raíces no funcionan ¿Te importaría explicarme un poco más cómo lo harías tú, usando el título de tu columna Si Yo Fuera Tú? Ari (venezolana en Alicante)

Gracias, Ari por tu pregunta que presenta valiosas oportunidades para hablar de los límites. Primero, estoy de acuerdo con tu madrina con una salvedad; la definición de “deshonestidad” dentro del programa no es la que usamos corrientemente. Es decir, probablemente no se trate del acto intencionado de mentir sino más bien hábitos nocivos y falta de claridad, productos de la codependencia. Más sobre honestidad, humor y la solución lo puedes leer pulsando aquí.

En materia de límites, creo que los codependientes deseamos un imposible: queremos manifestar un límite y al mismo tiempo complacer al destinatario. Eso no es realista. Dependiendo de lo que se trate, es normal y esperable desde una cierta incomodidad hasta franca resistencia y manipulación por parte del recipiente del límite. Si no fuera así, ese límite no se necesitaría ¿no?

Entonces, muchos hemos aprendido a usar el humor como una manera de atenuar la respuesta del otro o enmascarar nuestros sentimientos (patrón codependiente de negación #7), sin darnos cuenta de que al no plantear las cosas con la seriedad que merecen, diluimos el mensaje, e invitamos a profundizar el abuso como pasó en tu caso, pues tu prima no se dio por aludida. Ahí se ve la deshonestidad del humor pues no comunicaste un mensaje claro y ofreciste las bases para mayor abuso como puedes verificar con el resentimiento que sientes. Eso es lo que he llamado “límites sin raíces”. Puedes leer más sobre límites saludables, pulsando aquí.

Lo de la falta de claridad lo veo porque pones el problema como la incomodidad de tu esposo (quien supongo que es un adulto competente, hábil de ocuparse de sus propios límites ¿no?) Eso es otro mal hábito para anticipar y apaciguar la reacción ajena, algo como “no soy yo la del problema”. A veces se trata de que no creo que merezco ese respeto y por eso “traslado el límite” a otra persona.

Si yo fuera tú, primero procesaría mis sentimientos respecto a esta situación, asumiendo mi falta de claridad y honestidad. Me trataría con cariño, porque si no lo he hecho hasta ahora es porque no sabía cómo hacerlo. Le pediría a Dios (como llamo a mi Poder Superior) que me diera la claridad y fuerza para actuar con integridad (quizás para esto tenga que usar las herramientas del programa, incluyendo mi red de recuperación y madrina, quizás hasta un 10mo Paso).

Cuando me sienta en un buen lugar conmigo misma y con Dios, sin condenar a mi prima porque puedo ver que -en circunstancias comparables- quizás yo haya hecho algo parecido, le pediría que habláramos.

Si es posible, escogería un lugar neutral (o sea ni mi casa ni su casa), especificaría el tiempo que tengo disponible, preferiblemente breve y luego le plantearía algo como: “Prima, te debo una disculpa porque cuando te di la llave lo hice confusamente. Ahora lo tengo claro. La llave es tan solo para que la tengas por si la necesito en una emergencia. Cuando vayas a visitarme, por favor no la uses. Reflexiónalo, no tengo apuro, y si estas nuevas condiciones no te sirven, igual te agradezco y me hago responsable de buscar otra solución.”

Luego, presenciaría la reacción que vaya a tener la prima sin tratar de modificarla. Para lograr esto, a mí me sirve la oración de la compasión (puedes verla al final del post, si pulsas aquí). Ponte en su lugar. Seguramente es embarazoso darse cuenta de que te ha estado molestando. Quizás es un cambio desconcertante que plantees las cosas seriamente sin el comodín del humor. Si la prima se queja, yo insistiría en mi disculpa y tomando responsabilidad, sin ponerme a la defensiva.

Yo, bajo ningún pretexto -y sin importar lo que esta prima conteste o haga- me enredaría en una discusión. En cambio, escucharía respetuosa y brevemente lo que tenga que decir incluyendo si tiene reproches. Una respuesta muy útil si la conversación se vuelve difícil es “puede que tengas razón”.

Una posibilidad es que la prima decida devolverme la llave y en ese caso yo la recibiría con gratitud y sin condena hacia ella porque yo fui la que propició el abuso con mi falta de claridad. Ahora bien, en mi experiencia, estas conversaciones van mucho más ligeras y efectivas porque, recuerda, lo estás haciendo con el Poder de tu Poder Superior.

Así las cosas, lo más importante es enfocarme antes de la conversación en la oración. En este caso es muy apropiada la Oración de Ponerse a un Lado. Si yo fuera tú repetiría para mí una plegaria como: “Dios, te pido que me ayudes a poner a un lado todo lo que yo creo que sé sobre mí, mi prima, los límites saludables y el problema con la llave para que yo pueda hablar desde Tu Amor y manifestar Tu Voluntad en esta conversación.”

Mientras escribía este post por “casualidad” encontré un post de hace cuatro años en el que explico, con una experiencia personal, los beneficios de tener límites y el daño que hacemos cuando nos rehusamos a trabajar en ellos. Puedes verlo, pulsando aquí.

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