El crítico interno y las voces positivas

En el mundo moderno, las señales de peligro pueden llevarnos a lugares de vergüenza tóxica y otros espacios de desesperanza.

Conocí a mi amiga Karen en un retiro para adictos a la comida. Ella, como yo, se recupera de esta adicción, así como de codependencia. Juntas atesoramos una amistad construida con el pulso de buenos momentos y  la práctica de gratitud. Con ella también discuto ideas sobre el crítico interno y las voces positivas.

Ilustración de Aureliano Contreras.

Cuando le hablé por primera vez de las voces, Karen se lo pensó por un tiempo y luego concluyó que ella podía reconocer dentro de sí una voz de recuperación. La nombró “Sunny” que es un nombre que a ella le evoca la luz del sol y la alegría del amanecer. Tiempo más tarde reconoció otra voz que es una voz culpabilizadora, agobiante y avergonzante a quien llama “Lazy”.

Para Karen, Sunny es la voz que la ayuda cuando tiene pensamientos derrotistas o tóxicos y ultimadamente es esa intuición que la ayuda a estar en contacto consciente con su mejor y más elevado ser, que es la manera como ella reconoce a Dios.

Karen es la única persona que conozco que reconoció  de una vez una voz útil y amorosa, dentro de las voces que habitan su pensamiento. Yo, en cambio,  me he ganado a pulso mis voces entusiastas y cariñosas. No se me han dado naturalmente y creo que se debe en parte a que mis voces críticas tienden a la burla y el desprecio con facilidad, especialmente, si se trata de mis propias iniciativas y acciones. Hay quien llama esto “el / la crítico interno” y  como saben, en mi caso, no es un crítico sino ¡un equipo!

Pues bien, hay una artista llamada Deb Shanilec que ha diseñado algunas estrategias para invitar a la gente a lidiar con este crítico interno. Shanilec basa sus proyectos en las investigaciones que demuestran que de los 60 mil pensamientos diarios que tenemos como promedio, una buena porción está dominada por este tirano que ella llama “el mono crítico”  quien tiene el poder de activar las amígdalas, porciones del cerebro responsables por los instintos de sobrevivencia de “volar, pelear o congelarse”.

El problema es que, en el mundo moderno, la amígdala no nos ayuda a escaparnos, por ejemplo, de ataque de una fiera salvaje sino a auto juzgarnos y llevarnos a lugares de vergüenza tóxica y otros oscuros espacios mentales de desesperanza.

El proyecto de Deb Shanilec es artístico, hermosamente práctico, colectivo y con  esperanzas de consciencia y cambio social. A mí me la presentó mi amiga Luisa quien me regaló unas de las cajitas que contienen instrucciones para lidiar con el mono crítico y que Deb deja regada por las calles para que la gente las encuentre como “abrazos callejeros”.

De esta cajita la estrategia para mí más poderosa es cargar una tarjetica que dice “Eso no es verdad” . Esa tarjetica la leo -o a veces simplemente la acaricio dentro de mi bolsillo- cuando mis críticas internas (a veces Marta la voz cruel del juicio o Carola, la del miedo) me dicen barbaridades para sabotear mi creatividad o mi serenidad. Esta simple práçtica tiene el poder de cultivar la aparición de una de las voces gentiles y positivas. Todavía les estoy buscando nombre.

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