Últimamente he estado atiborrada de trabajo y cansadísima arrastrando obligaciones y pendientes. En momentos así, es simplemente humano que mis defectos de carácter salgan a flote con más facilidad. Me viene a la mente uno de los lemas de CoDA: Diviértete hasta que te diviertas.
Como los codependientes llevamos nuestra humanidad hasta el extremo, estos días he estado más temerosa, reactiva y controladora que de costumbre, especialmente tratando de controlar lo que pienso y lo que siento.
CoDA (Codependientes Anónimos) uno de mis programas de recuperación, me invita a “ser” en lugar de hacer. Es tiempo para meditación, reposo, autocuidados y mimos, todo lo cual sería imposible si yo no confío en la sabiduría, bondad e infinita competencia de mi Poder Superior que yo llamo Dios. Pero la relajación no es mi fuerte y – aunque siempre creí lo contrario- la diversión no es algo que se me dé fácilmente.
Mi defecto de carácter de grandiosidad emerge con mucha facilidad ¿cómo puedo divertirme si mis familia y seres queridos en Venezuela están atravesando por inmensas dificultades? ¿cómo puedo relajarme si algunos mis estudiantes andan desorientados e impacientes? (como es lógico estar cuando se aprende un idioma) ¿cómo no ocuparme de la casa y las diligencias pendientes? ¿cómo descansar si el mundo requiere tanta ayuda?… En este punto es obvio que ya no confío en que Dios se está haciendo cargo. A esa falta de confianza llamamos GRANDIOSIDAD.
En “El Libro de la Alegría” el Reverendo Desmond Tutu y su Santidad el Dalai Lama recomiendan lo mismo que mi programa de CoDA: aunque es humano y lógico que sintamos desaliento ante nuestras propias dificultades, las injusticias terrenales y especialmente ante el dolor de quienes queremos, nuestra mayor contribución es cultivar la alegría y la esperanza. Que nuestra vida sea un testimonio de que la alegría es posible, necesaria y sanadora.
No es algo fácil, pero es algo que se puede lograr con una mente y un corazón abiertos. Para mí, también requiere una franca y firme negociación con las voces de mi codependencia.