
En los Programas de 12 Pasos hay la costumbre de decir que el Cuarto Paso (el inventario moral) consiste en una revisión de “mi parte” en los asuntos que trato de ver de una manera diferente y liberadora.
Desde hace tiempo, he escuchado de “veteranos” del programa que ver la Cuarta Columna como “mi parte” revela una incomprensión básica del asunto. Sin embargo, fue hasta hace poco que lo entendí y por eso quiero compartirlo.
Coincidencialmente, el domingo pasado el tema de “mi parte” reapareció brevemente cuando tuve el privilegio de guiar un taller con una panorámica de los 12 Pasos. Este taller fue para un@s compañer@s del Programa de Comedores Compulsivos en Chile y a ellos dedico este post.
Hay muchas interpretaciones de cómo se hace el inventario del Cuarto Paso. A mí me ha servido el descrito en el Libro Grande de AA. En realidad, el método es genial porque quien vaya a hacer el inventario enumera los resentimientos y arrepentimientos (pasado) así como los miedos (futuro) que nos separan de disfrutar y realmente vivir el presente. Dicho de otro modo, en el Cuarto Paso, inventariamos las creencias y pensamientos que nos secuestran del “despertar espiritual o “contacto consciente” que equivale a la capacidad de vivir serenamente en el presente.
En el Inventario de Resentimientos, lo que llamamos “la historia” o “el cuento” se detalla en las tres primeras columnas para luego, en la Cuarta Columna, revisar la exactitud y productividad de lo que pensamos sobre estas historias. Es muy importante que nos aproximemos a esta Cuarta Columna sin juicios morales (de momento pongamos la palabra “moral” en suspenso) pues el pensamiento no es bueno ni malo simplemente viene de hábitos y sirve para que seamos libres y creativos o para que estemos obsesionados, deprimidos o ansiosos.
Respecto a esto de la moral, hay un amigo que dice si uno ve una silla con una pata rota no se acerca a ella con un juicio moral “¡Mala silla!” sino con una actitud práctica: “Esta silla es un peligro, esa pata hay que cambiarla.” La invitación del Libro Grande es similar: Estos pensamientos son un peligro, mejor hacemos algo para cambiarlos. ¿Por qué son un peligro? porque cuando nos “visitan”, abierta o, peor, encubiertamente, nos producen malestar y sentimientos dolorosos que, si no resolvemos, tarde o temprano, consciente o inconscientemente intentaremos anestesiar con algo en exceso: comida, control, alcohol, trabajo, drogas legales e ilegales, Internet y pare usted de contar.
He estado pensando cómo explicar que la Cuarta Columna no contiene una “parte” con una alegoría y ojalá yo encontrara una palabra menos poética que “alegoría” porque el ejemplo es bastante ramplón. Se me ocurre esto: Supongamos que el Cuarto Paso es como ir al médico cubierta de costras de las que no me puedo librar. Y resulta que, después del proceso de las primeras tres columnas en el que me diagnostica, este médico me dice “Todo eso que usted tiene son costras de porquería con la que otros la han salpicado y que luego usted misma, sin darse cuenta y por sus hábitos, se ha seguido administrando. Aquí tiene este bañito, lo llamamos la Cuarta Columna. Remójese para que en los próximos Pasos pueda sacarse todo eso y sobre todo para que vaya a identificando y modificando los hábitos que la vuelven a cubrir de costras.”
Entonces, independientemente de cómo adquirí las costras, al remojo voy toda yo (y solamente yo) con la decisión de librarme de ellas.
La Cuarta Columna del inventario de resentimientos – y aquí está la clave– se ocupa única y exclusivamente de la forma como recuerdo e interpreto lo que pasó a través de mi pensamiento sobre la base de que mi pensamiento es una “pata rota” si me arrastra a sentirme miserable. En este sentido, no hay ninguna “parte”; en la cuarta columna reviso MI PENSAMIENTO, no mi participación en los eventos sobre los que pienso, como erróneamente creemos cuando hablamos de “mi parte”.
Y funciona, realmente funciona.