Gracias por esta consideración de los límites: especialmente el tener que aprender a usarlos sin esperar que estos complazcan a todo mundo, tal como las posibles acciones cuando alguien viola con frecuencia un límite. Con respecto a esta última idea (“averiguar cuáles acciones son necesarias para honrar mi ser sagrado y libre”), pregunto: si me doy cuenta de ser herida por cierta persona que viola con frecuencia un(os) límite(s) míos, ¿A qué tipo de acciones te refieres en cuanto al ‘honrar’ el ser sagrado y libre de uno mismo? Linda A. California. US
Eso depende de cada caso, Linda. Muchas veces me puedo sentir herida por mis defectos de carácter, por ejemplo cuando alguien hace algo y creo que eso indica cuánto valgo. En ese caso se trata de mi “egocentrismo” -como lo concebimos en recuperación- y entonces es un trabajo “interno” de límites para comprender que esa persona haría lo mismo con cualquiera que estuviera en mi lugar. No es sobre mí.
Ahora en caso de violación de límites yo diría que “consecuencias” es la palabra clave. No significa que las consecuencias garanticen el cambio en el proceder de quien violó el límite pero siempre hay acciones que puedo tomar para sustraer mi participación en tal violación. Esa es la parte importante.
Supongamos que hay una persona que cuando se disgusta me grita y resulta que eso es inaceptable para mí. Yo puedo comenzar retirándome de la situación cuando la persona me grita. Si esto no basta y la conducta se repite, espero cuando ya yo no esté molesta o herida y le puedo aclarar a esta persona que esto es inaceptable para mí. Lo haría con un comentario verdadero, breve y gentil, por ejemplo, “Mira, Fulana, los gritos me alteran y los considero inaceptables. La próxima vez que me grites voy a retirarme inmediatamente”. Esto es sólo un ejemplo muy “descontextualizado”. Hay que tomar en cuenta que lo que es inaceptable no es universal y a veces es cultural. Puedes leer más sobre esto pulsando aquí.
De cualquier modo, quienes participamos en comunidades de 12 Pasos, tenemos la maravilla de que podemos beneficiarnos de la sabiduría y experiencia de nuestros compañeros en recuperación.
Claro, para establecer un límite como el de mi ejemplo se supone que yo no grito a otros. Pero aun si lo he hecho, puedo rectificar y enmendar. Por ejemplo “Mira Fulana he cometido el error de gritar en nuestras discusiones. Te pido que me disculpes por eso. Los gritos no son una buena manera para entendernos así que prometo no incurrir en esto y te pido que te abstengas de gritarme.” Y entonces cumplo mi parte. Si Fulana me vuelve a gritar, sigo el mismo procedimiento. Espero hasta que me sienta espiritualmente reconstituida (parte fundamental de la integridad) y recuerde que lo que hace esa persona habla sobre ella y sus dificultades, no sobre mí. Una vez que esté en territorio sereno le explico las consecuencias “…si esto pasa otra vez, éstas serán las consecuencias.”
Como ves, es una tarea de paciencia, perseverancia y consistencia. Hay que reflexionar, dejar enfriar la situación y luego proceder desde una fortaleza espiritual, cosa que a los codependientes nos cuesta mucho porque no nos gusta esperar. Sin embargo, ten en cuenta que es muy debilitante comunicar un límite en el calor de un sentimiento y luego tolerar el abuso sin consecuencias.
Finalmente, con los límites viene muy a mano, Linda, el lema “Soy responsable por el esfuerzo, no por el resultado.” De modo que una vez que he hecho el trabajo, mi integridad se fortalece, independientemente de que la otra persona esté dispuesta a colaborar o no. Progresivamente me voy sintiendo más cómoda con separar lo mío de lo ajeno.