Adivina de Incomodidades e Ingeniería en Reverso

Cuando estoy reactiva practico la pausa, renuncio a adivinar y, en cambio, practico ingeniería en reverso. En este post explico cómo.
Una pareja va en un vehículo. Ella va pensando en molestia, él va pensando en sus lentes de sol.

En mi último post (Defectos y Cualidades de Carácter) prometí elaborar más sobre la oposición adivina (como defecto de carácter) e investigadora (como la cualidad correlativa). Además, recordé que en el primer post de este blog (La Mala Cara) había comentado el defecto de egocentrismo que se manifiesta cuando ejercemos la adivinación. Es esto:

“Los codependientes tenemos una sensibilidad extrema a las energías emocionales ajenas y una absoluta minusvalía para reconocer los hechos. Entonces cuando percibimos que alguien alrededor de nosotros está pasando por un mal rato de inmediato nos sentimos responsables, incluso culpables. Esto se traduce en pensamientos egocéntricos como “¿Qué estoy haciendo mal? o ¿Por qué esta persona me quiere atacar? En pocas palabras: egocentrismo codependiente. Todo lo malo que percibo ¡tiene que ver conmigo!”

La siguiente historia ilustra el punto. Ocurrió en un tiempo en el que yo iniciaba discusiones con mi esposo por la manera como él conducía. El asunto resultó notable porque raramente peleamos pero también porque al estar dentro de un vehículo me sentía atrapada y en peligro.

Preocupada por no encontrar salida a sentirme tan reactiva hablé con una de mis mentoras. Ella me hizo notar que las razones que iniciaban las peleas eran cosas que él hacía regularmente y que antes no me molestaban. El verdadero motivo que me activaba tenía que ser algo diferente.

Ingeniería en Reverso Versus Adivinación

Esta mentora me recomendó que practicara “ingeniería en reverso”, esto es, poner atención al momento en el que yo iba a engancharme en la discusión y en lugar de hacerlo, notar qué pasó antes ¿Qué estaba pensando? ¿Qué pasó antes de ese pensamiento? ¿Qué percibí? y así sucesivamente. Así pongo en práctica mi capacidad investigadora (rastrear y conectar los hechos tan objetivamente como pueda) en lugar de practicar la adivinación.

Investigar lo que uno percibe, piensa y siente no es algo fácil, pero ya tenía tiempo practicando meditación y la no reacción que supone la pausa así que me puse manos a la obra. Fue así que pude darme cuenta de que lo que me detonaba no era la forma como mi esposo estaba manejando sino que conducía con el ceño fruncido. Lo que me hacía sentir en peligro es que tuviera expresión de estar molesto.

Verdaderamente intrigada con mis hallazgos los compartí nuevamente con mi mentora quien me recomendó algo que no se me había ocurrido: que le preguntara a mi esposo por qué últimamente fruncía el ceño al manejar. Era importante renunciar a la interpretación de que él estaba molesto y, en cambio, enfocarme en el hecho verificable de que fruncía el ceño. Así lo hice pero, al principio, mi esposo no pudo comprender a qué me refería. Ya en pleno plan detectivesco, la próxima vez que pude, lo señalé:

-¡Ahora! ¿Ves lo que estás haciendo con tu cara?

Mi esposo reflexionó un momento y de repente se hizo la luz.

– ¡Ah! ya sé a qué te refieres. Es que hace como un mes perdí mis lentes de sol y se me ha olvidado reponerlos. Frunzo el ceño porque me molesta el sol.

Súper Poderes al Percibir y Minusvalía al Interpretar

Esta historia muestra cómo yo me había dado cuenta de la incomodidad de mi esposo quizás con más agudeza que él mismo. A eso es lo que llamo súper poderes para leer la energía emocional ajena.

Eso, aún sin yo estar plenamente consciente, era muy amenazador para mí, quizás porque en algunas etapas de mi infancia un adulto molesto frecuentemente resultaba en caos y consecuencias dolorosas. En alguna parte de mi desarrollo, aprendí que la mejor defensa era el ataque así que, apenas sin darme cuenta, yo iniciaba las peleas usando como pretexto, por ejemplo, que estaba conduciendo a alta velocidad cuando en realidad se trataba de una forma auto-derrotista y codependiente de protegerme de una amenaza no resuelta de mi pasado.

Después de ese aprendizaje, cuando me siento detonada no sólo practico la pausa sino encuentro gran placer en renunciar a mis poderes adivinatorios y en cambio practicar ingeniería en reverso, si así lo necesito. Con frecuencia es sorprendente el poder de una simple pregunta.

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